Ellos esperan

Ellos esperan

amar la lectura, amar la escritura

Este blog fue hecho por docentes de Adultos de Lanús, para docentes de Adultos de Lanús.

Tiene unos pocos textos, en el eje del Bicentenario, con la convicción de que la Patria también se hizo fuera del campo de batalla y del campo político. Se hizo en las fábricas, en las cocinas humeantes, se hizo en los poemas y en los cuentos.

Difícilmente podamos enseñar a amar la lectura si como docentes no leemos.

Leer nos hace la vida mas grande, las ventanas mas anchas, el mundo mas luminoso.

Brindemos por eso.

un blog sin música no es un blog.

Entonces un poco de Jairo cantando Yupanqui, música para el alma. Y una hermosa canciòn para compartir con los alumnos.

Un videito del Cafe Literario del 2009

sábado, 20 de marzo de 2010

Que los ruidos te perforen los dientes...


Un poema de Girondo, lleno de despecho.



Que los ruidos te perforen los dientes,
como una lima de dentista,
y la memoria se te llene de herrumbre,
de olores descompuestos y de palabras rotas.
Que te crezca, en cada uno de los poros,
una pata de araña;
que solo puedas alimentarte de barajas usadas
y que el sueño te reduzca, como una aplanadora,
al espesor de tu retrato.
Que al salir a la calle,
hasta los faroles te corran a patadas;
que un fanatismo irresistible te obligue a prosternarte
ante los tachos de basura
y que todos los habitantes de la ciudad
te confundan con un madero.
Que cuando quieras decir: "Mi amor",
digas: "Pescado frito";
que tus manos intenten estrangularte a cada rato,
y que en vez de tirar el cigarrillo,
seas tu el que te arrojes en las salivaderas.
Que tu mujer te engañe hasta con los buzones;
que al acostarse junto a ti,
se metamorfosee en sanguijuela,
y que despues de parir un cuervo,
alumbre una llave inglesa.
Que tu familia se divierta en deformarte el esqueleto,
para que los espejos, al mirarte,
se suiciden de repugnancia;
que tu unico entretenimiento consista en instalarte
en la sala de espera de los dentistas,
disfrazado de cocodrilo,
y que te enamores, tan locamente,
de una caja de hierro,
que no puedas dejar, ni por un solo instante,
de lamerle la cerradura.

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